miércoles, 29 de febrero de 2012

Enorgullécete de ser quien eres y de todo lo que puedes ser.

Enorgullécete de tu buen carácter. Que tus acciones reflejen intensamente tus valores morales. No aceptes nunca nada en contra de tu conciencia. cultiva con maestrías las flores de tus talentos. persigue las cosas que te apasionan. Esfuérzate por ser tu mejor yo, no una imitación de otros.

Aférrate a tus sueños y conviértelos en realidad. ten la sabiduría de no hacer caso de aquellos que se burlan de tus planes, y no olvides agradecer a aquellos que te apoyan. Aprecia siempre a los que están de tu lado.

No te distraigas con placeres a corto plazo, aunque te sientas con demasiado cansancio para proseguir. Con fecuencia es mejor tomar el camino más largo, por el cual las recompensas postergadas conducen a oportunidades significativas que te llegan al corazón y al alma.

Abrete a la aventura. Explora las nuevas fronteras en lugar de aferrarte a lo viejo y familiar.Deja que tu espíritu pionero siga progresando. visita nuevos territorios, aprende nuevas técnicas y conoce a gente nueva. Aprende a ser resistente _te enriquecerá como ser humano.

No temas pedir ayuda. Ofrece a la vez la tuya a los que la necesiten. Tu corazón se alegrará de haber ayudado a alguien. Mantén los vínculos con la familia que amas. Las amistades que te apoyan y todos aquellos que tocan tu vida con un poco de dicha. Por más éxito que coseches, no será nunca tanto que ya no necesites a aquellos que siempre creyeron en ti... y que por siempre creerán.

Mantén la fe que te sostiene en los momentos más aciagos. Cree de todo corazón que puedes convertir cada día en algo especial y hacer que cada persona que toques se sienta especialmente amada. Enorgullécete de tus talentos y logros. Expresa tus ideas brillantes, sigue preocupándote profundamente por otros y continúa tus actividades positivas que tanta bondad aportan a este mundo.


-Jacqueline Schiff

sábado, 25 de febrero de 2012

TE INVITO



Te invito a estar en mi vida sin pretender que te quedes para siempre.

Te invito a permanecer a mi lado sin incitarte a que firmes un contrato de pertenencia.

Te invito a que me acompañes en mi viaje de sueños sin que te sientas obligado a seguir soñando conmigo.

Te invito a mirar el sol ocultándose en un atardecer sin tener necesariamente que sentir el mismo éxtasis que yo.

Te invito a levantar los ojos al cielo para agradecer a Dios sus bendiciones sin que eso te involucre a tener un mismo credo.

Te invito a correr tomado de mi mano por el parque sin pretender que te mojes con el mismo rocío.

Te invito a remar cuesta arriba en el río de la vida sin exigirte que tomes un remo para ayudarme, sólo quiero que me entiendas, que cuando digo que tengo mis brazos cansados de tanto remar sola, lo comprendas y no lo cuestiones.

Te invito a la función diaria del circo de esta vida, sin implicar que esto te cause gracia; al ver tantos payasos vestidos de personas honorables y santas.

Te invito a mi corazón esperanzado de cambiar el mundo, sin que esto te implique a ti decir gracias, lo siento, te quiero, perdón, ¿me necesitas? ¡estoy aquí! eres muy importante para mí.

Te invito a que me oigas dar gracias a Dios, por haber enviado a Su Único Hijo al mundo a morir por mis pecados en una cruz, sin que esto te obligue a juntar tus manos y orar.

Te invito a sonreírles a los niños sin hogar, a los discapacitados, a besarlos y a amarlos, sin que te sientas en la obligación de darles una limosna de tu tiempo y de tu dinero.

Te invito a desplegar las alas de la fantasía, sin que ello te obligue a volar en mi misma dirección.

Te invito a cantar una canción, sin que eso te obligue a aprender la letra ni la melodía de memoria.

Te invito a entrar a mi corazón, sin que te sientas presionado a quedarte a vivir en él.

Te invito a mirar juntos el futuro con esperanza, sin pretender con ello que tengas mis mismos objetivos.

Te invito a entrar en mi memoria y recorras mi pasado, sin que necesariamente me cuestiones ¿porque no estabas ahí?

Te invito a que leas mis poemas de amor, sin que necesariamente debas darme una opinión sobre ellos.

Te invito a que seamos uno, pero en dos cuerpos, sin usurparnos, sin asfixiarnos......

SOLO QUERIENDONOS Y RESPETANDONOS COMO LO QUE SOMOS ......

jueves, 23 de febrero de 2012

El anillo del rey

Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte:

- Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.

Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total. Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada.

El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo:

- No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje.
- Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje (el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey).

- Pero no lo leas -le dijo- mantenlo escondido en el anillo.
- Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación.

Ese momento no tardó en llegar.
El país fue invadido y el rey perdió el reino.

Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino.
Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino.

De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso.
Simplemente decía:

“ESTO TAMBIÉN PASARÁ”.

Mientras leía estas palabras sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos.

El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas.

Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes. Él se sentía muy orgulloso de sí mismo.

El anciano estaba a su lado en la carroza y le dijo:
- Apreciado rey, le aconsejo leer nuevamente el mensaje del anillo.
- ¿Qué quieres decir? -preguntó el rey.
- Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta.
- No estoy desesperado y no me encuentro en una situación sin salida.
- Escucha – dijo el anciano – este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas.
- También es para situaciones placenteras.
- No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso.
- No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “esto también pasará”, y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido.

El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Lo bueno era tan transitorio como lo malo.

Entonces el anciano le dijo:

- Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes.

Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza.

Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.

(autor desconocido)

martes, 21 de febrero de 2012

Bendición Irlandesa


Que el camino salga a tu encuentro.

Que el viento siempre esté detrás de ti y la lluvia caiga suave sobre tus campos.

Y hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te sostenga suavemente en la palma de su mano.

Que vivas por el tiempo que tú quieras, y que siempre quieras vivir plenamente.

Recuerda siempre olvidar las cosas que te entristecieron, pero nunca olvides recordar aquellas que te alegraron.

Recuerda siempre olvidar a los amigos que resultaron falsos, pero nunca olvides recordar a aquellos que permanecieron fieles.

Recuerda siempre olvidar los problemas que ya pasaron, pero nunca olvides recordar las bendiciones de cada día.

Que el día más triste de tu futuro no sea peor que el día más feliz de tu pasado.

Que nunca caiga el techo encima de ti y que los amigos reunidos debajo de él nunca se vayan.

Que siempre tengas palabras cálidas en un anochecer frío, una luna llena en una noche oscura, y que el camino siempre se abra a tu puerta.

Que vivas cien años, con un año extra para arrepentirte.

Que el Señor te guarde en su mano, y no apriete mucho su puño.

Que tus vecinos te respeten, los problemas te abandonen, los ángeles te protejan, y el cielo te acoja.

Y que la fortuna de las colinas irlandesas te abrace.

Que las bendiciones de San Patricio te contemplen.

Que tus bolsillos estén pesados y tu corazón ligero.

Que la buena suerte te persiga, y cada día y cada noche tengas muros contra el viento, un techo para la lluvia, bebidas junto al fuego, risas para que te consuelen aquellos a quienes amas, y que se colme tu corazón con todo lo que desees.

Que Dios esté contigo y te bendiga, que veas a los hijos de tus hijos, que el infortunio te sea breve y te deje rico en bendiciones.

Que no conozcas nada más que la felicidad.

Desde este día en adelante, que Dios te conceda muchos años de vida, de seguro Él sabe que la tierra no tiene suficientes ángeles.